Para diciembre de 1943 la dotación de personal era de 873 hombres, de los cuales 812 constituían los obreros, aprendices, capataces y encargados. El número destinado a la Dirección y Administración era de 61 personas.
La magnitud de las obras de modernización de los
talleres, además de optimizar la producción y reparación de vagones, aumentó en
el número de personas que arribaron al
pueblo en busca de oportunidades laborales. Esto generó una expansión en los
terrenos habitados.
En este período, muchos de los obreros que se
incorporaban a la empresa en forma temporal no tenían vivienda, lo que motivó
su asentamiento en carpas y vagones, para luego construir casas precarias en
terrenos ferroviarios.
En el sector noreste, y externo a los talleres,
un asentamiento comenzó a llevar el
nombre de Villa Obrera. Este paraje creció junto al auge de la actividad
ferroviaria y albergó a varias familias.
Casitas humildes de madera y chapa a las que se les
agregaron algunas otras de mampostería construidas por la propia empresa para
alojar personal de supervisión, dirección, técnicos y operarios especializados.
Gran parte de los obreros, comenzaron a levantar sus
hogares en el loteo ubicado al este del tendido de las vías del ramal que unía
Santa Fe con San Cristóbal, generando un crecimiento más intenso y conocido
luego con el nombre de barrio Villa Talleres.
Este nuevo asentamiento barrial, si bien estaba ubicado
en las cercanías de los nuevos talleres ferroviarios, tenía una dificultad para
el fácil acceso.
Las maniobras y corrida de trenes de pasajeros y
cargas en el sector que dividía el barrio y la empresa, hacían dificultoso el
movimiento de los operarios desde y hacia sus hogares. Este hecho demandaría la
construcción de uno de los símbolos mas reconocidos de nuestra localidad, la
pasarela peatonal.
Construida entre 1938 y 1939, era una importante
estructura de hierro y de madera sobre las vías del Ferrocarril Central Norte
que, en su ubicación original, unía las calles actualmente denominadas Avenida
Lambert (oeste) y Lisandro de la Torre
(este).
El pueblo crecía a ritmo constante, impuesto por el
avance y modernización notoria de los talleres ferroviarios que a partir de
esta etapa ya eran considerados uno de los mas importantes del país luego de
los instalados en Tafi Viejo (Tucumán).
Seguiremos con mas historias en las próximas páginas,
vendrán momentos de crecimiento económico y gran desarrollo, donde “ser
ferroviario” era no solo tener un trabajo reconocido sino que también daba
identidad y seguridad social para el obrero y su familia.
También llegarán tiempos de lucha e incertidumbre que
marcaron a fuego la historia de Laguna Paiva; retomamos el viaje en imágenes,
continuamos revelando historias.