Desde sus inicios, los ferrocarriles del Estado contaron con locomotoras de diferentes orígenes y tipos constructivos, circunstancia que hacía complejo y encarecía el mantenimiento, operación y entrenamiento de personal. Para la década de 1920 la empresa adquiere más de un centenar de locomotoras diferenciadas en tres modelos básicos y de esta manera se establece una base de estandarización para las nuevas vaporeras que se incorporarán los años posteriores.
Las locomotoras destinadas oficialmente al
servicio de pasajeros se dividieron en dos clases: B12 y B13 y otra subclase
identificada como B12a, todas de rodado tipo «pacífico» (4-6-2) y ruedas
cercanas al metro y medio de diámetro, lo que volvía imponente su figura sobre
la pequeña trocha de un metro.
Las primeras en arribar a nuestro país
fueron las 25 unidades de la clase B12, construidas por la Baldwin Locomotives
Works entre 1921 y 1922. Numeradas de 3000 a 3024, su llegada implicó un cambio
sustancial en materia de tracción de los ferrocarriles, superando por notable
diferencia a todas las máquinas que para esa época constituían su parque
motriz.
Las de la clase B13, por su parte, correspondían a un diseño
constructivo más moderno, resultado de varias décadas de ingeniería en materia
de vapor. Construidas en 1948 por la Lima —Hamilton Corp., contaban con elementos
desarrollados por más de 12 firmas proveedoras de la industria ferroviaria. La
caldera era algo mayor que en el caso de la clase B12 (1676 mm). Sus ruedas motrices eran de 1524 mm, las más
grandes que se emplearon en la trocha métrica argentina. Fueron destinadas a la
corrida de los más importantes trenes de larga distancia, teniendo su base de
operaciones en Triángulo (Rosario), Santa Fe, Alta Córdoba, Tucumán/P, Metán
(Salta) y Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) efectuándose las reparaciones generales
en Tafí Viejo.
La locomotora Serie B12a, única en su
serie, fue especialmente concebida para correr el tren presidencial de trocha
métrica. Fue decorada en forma particular, y posee la distinción de haber sido,
el 18 de agosto de 1922, la primera locomotora exportada de EE.UU. vía marítima
íntegramente armada y lista para funcionar.
Como parte del primer lote producido por
la Baldwin L.W. en 1921 arribaron a nuestro país 49 unidades de rodado
4-8-2/4-4 (”Montaña”) que fueron clasificadas como serie C12 con la numeración
de 800 a 848, a las que un año después se sumaron otras diez unidades con
numeración correlativa. Salvo la primera de la serie (Nro. 800) todas vinieron
con el nuevo modelo de ténder con capacidad para 17 000 litros de agua y 9,5 m³
de petróleo o 16,5 m² de leña según la unidad. Poseían una caldera de 1645 mm
de diámetro y 5903 mm de largo entre placas, idénticas a las de la serie B12.
En cuanto a los demás detalles eran idénticas al resto de las estándar. Se
distribuyeron en los depósitos de Laguna Paiva, Cruz del Eje y Güemes.
Aseguraban las rutas de Córdoba a San Juan; Córdoba a Catamarca; Santa Fe a
Tucumán vía Añatuya; Tucumán —Güemes —Jujuy y Güemes —Salta —Puerta Testil.
Para fines de los años 30 la expansión de la red y el aumento de tráfico motivó la incorporación de 14 nuevas locomotoras construidas esta vez por Henschel & Sohn de Alemania (numeradas de 859 a 872) y otras diez construidas por Krupp, que formaron la serie C14. Presentaban ciertas mejoras con respecto a sus antecesoras: cilindros de mayores dimensiones, cámaras de combustión, compresores en ambos lados para aumentar la capacidad de frenado y asumir trenes más pesados o en zona de pendientes, nuevos ténderes de grandes dimensiones con capacidad para 28 000 litros de agua y 31 m² de petróleo.
Se sumaron a las mismas rutas y depósitos
que las Baldwin, agregándose a la dotación de los galpones de Deán Funes,
Joaquín V. González, Embarcación, San Francisco y Triángulo. También se
destacaron en los corredores Retiro —Rosario —San Francisco órdoba; Córdoba a
Tucumán, por las vías del recientemente incorporado Central Córdoba, y por las
nuevas rutas del norte entre Metán —Embarcación —Formosa; Joaquín V. González a
Resistencia y de Pie de Palo a Mendoza.
El “sistema argentino” consistía en que la locomotora aprovechaba el vapor que ya había utilizado como fuerza motriz; mediante un sistema de cámaras de enfriamiento, lo condensaba, convirtiéndolo en agua y lo colocaba en condiciones físicas necesarias para ser utilizado nuevamente en la locomotora. De esta forma se evitaban los inconveniente que se presentaban para las formaciones de trenes que atravesaban extensas zonas desprovistas de agua en abundancia, y que en algunas regiones de nuestro país, habían llegado a construirse en serio obstáculo para los ingenieros que habían proyectado la construcción de líneas férreas.
A pesar de los buenos resultados, su
elevado costo de mantenimiento y la falta de repuestos hicieron que en 1942
fueran convertidas en clase C14 renumerándolas de 883 a 888.
En la época de posguerra, las necesidades
de tráfico requerían de más locomotoras: se comcretó la compra del último lote
de las 4-8-2/4-4, que fueron provistas por Baldwin (Nro. 1801 a 1830) y ALCo
(Nro. 1831 a 1860) formando la serie C16.
Con el uso y la evolución de los servicios
fueron modificadas para mejorar su performance. Desde los años 50 las que
consumían leña como combustible se fueron convirtiendo a petróleo.
En el año 1959 se les modifican los
sistemas de escape, pistones y válvulas y se cambian los quemadores. El
resultado fue excelente pues con estas mejoras la potencia de estas locomotoras
aumentó de 900 HP a 1500 HP con una reducción del 30 % en el consumo de
combustible. Entre 1969 y 1974 el Ing. Livio Dante Porta trabajó extensamente
con la C16 Nro. 1802 realizando mejoras en los sistemas de agua, lubricación y
aerodinámica del circuito de vapor y obtuvo la nada despreciable marca de 1750
HP. Lamentablemente todas estas mejoras llegaron ya cuando FA no tenía más
interés en la tracción a vapor y esta era mantenida por falta de locomotoras
diesel.
Como parte del contrato que los
Ferrocarriles del Estado firmaron con la Baldwin LW en 1920 y que dio lugar a
la incorporación de las potentes B12, en 1921 arribaron a nuestro país once imponentes
locomotoras rodado 2-10-2/4-4 especialmente diseñadas para el transporte de
cargas. Identificadas como clase E2 y numeradas de 1300 a 1310, ostentaban los
más significativos avances de diseño en la materia.
El éxito de la serie impulsó a la incorporación de otras 20 locomotoras, las que fueron construidas también por la citada casa americana y entregadas en 1926, clasificadas como serie E3 y numeradas de 1311 a 1330.
El creciente tráfico del Central Norte a
finales de la década del 30 obligaría a incorporar más locomotoras de este tipo
diez años más tarde, pero esta vez la orden recaería en la Henschel & de
Kassel, Alemania, que en 1937 entregó 15 locomotoras (serieE4, número 1331 a
1345, ver fotografía de la 1332) que al
avanzado diseño original sumaban cámaras de combustión mejoradas y grandes
ténders de 6 ejes con capacidad para 28 000 litros de agua y 11 000 kg de
petróleo. Aunque esta nueva versión superaba ligeramente el peso por eje de las
anteriores, ofrecía más de 1500 CV al gancho.
Finalmente en 1949 son incorporadas otras
15 locomotoras de este tipo (clasificadas como serie E5 y numeradas de 1346 a
1360) fabricadas esta vez por la firma Skoda de Checoslovaquia y resultaron
soberbios exponentes de la más avanzada ingeniería del vapor.
Confiables y poderosas, llegaron hasta
1949 con distintas modificaciones pero siempre conservando el diseño original,
monopolizando los servicios de carga y pasajeros de vía principal al norte de
nuestro país hasta los años 70 aproximadamente, cuando son desplazadas en forma
masiva por las nuevas locomotoras diesel General Motors. Las reparaciones se
realizaron casi exclusivamente en los talleres de Tafí Viejo en la provincia de
Tucumán.
Hasta aquí una breve reseña sobre aquellas imponentes vaporeras que surcaban las vías del Central Norte y pasaron por estos parajes. Cabe destacar que paralelo a dicho proceso, se continuaba trabajando en la reparación del material rodante y tractivo de la red ferroviaria.